8.5.07

politics is the business of...

No sé, es terrible todo esto. A ustedes también les sucede, lo sé.
Está uno entre cobijas, leyendo a Miller, con algo barroco en el aire, y alguien prende la tele. Y lo ves todo. La guerra tan lejana, tan ficticia, tan no nuestra, metida en las paredes de la caja de rayos catódicos, con el pie de página cordial, idiota, lleno de eufemismos que va soltando un presentador hipócrita y para colmo, impecable.

Vale, decimos, la capa se ha puesto dura, ya no afectan esas vainas, se sabe que estamos en guerra. Además, todo el tiempo ha sido igual, ya no pasa nada. César mató tantos, Hitler mató tantos, Mao, Musolini, Robespierre... Mierda, me digo, aquí los paracos han desaparecido más de 30 mil, y entre todos los armados, han desplazado a más de 3 millones de personas, cifra solo superada por Sudán. Ahora cortamos la gente a pedacitos para más comodidad y menos trabajo. Ahora vamos a la ONU, al congreso gringo y nos gritan paramilitares. Y decimos que afuera no saben lo que pasa aquí, que los europeos qué van a saber si no tienen hambre, que ya se puede viajar por Colombia así sea con 20 mil policías en la carrtera, que el predidente hace lo suyo pero nadie lo apoya, nadie lo entiende. Si uno ve el país desde afuera, queda francamante indignado. Y lo peor, desde adentro no tanto. Nos hemos vuelto impermeables a la guerra propia y sensibles a la ajena. Protestamos por Iraq, Palestina, Ruanda, porque duele más, es más guerra que el Aro, Bojayá, Mapiripán, Caldono, Segovia, Ciénaga.

Pero esto ya lo saben. Hablarlo en público puede revelar neurosis, mamertismo, provocar comentarios irónicos o condescendientes. Al final, todo se resuelve en trivialidades. Resulta igual hablar de Bush, de Heidi Klum, de Gus Van Sant, de Google, de budismo sufi, de un artículo de Vogue, del parcial de mañana, que de los miles de millones de muertos que se suceden día a día y que están tan lejos de nuestras cobijas, nuestros cigarros, nuestro librito de Henry Miller.

Corríjanme si me equivoco. ¿Es Dostoievski el que afirma que todo ser humano es responsable por TODO y frente a TODOS? Bueno, igual da. Alguien lo dijo. Ahora, ¿cuál es la medida de nuestra responsabilidad? Yo diría que está en proporción con el poder que tenemos entre manos. Porque claro, yo no respondo igual que Paul Wolfovitz, Ariel Sharon o Miguel Urrutia. Pero igual respondo. Por todo y frente a todos. Así que invito a todo el mundo a exigir de mí responsabilidad frente a la muerte, frente al hambre, frente a todo.

La caridad es la llave, dirá Rimbaud.
Hay que bautizar el mundo con fuego, dirá Judas. O Jesús.

¿Qué hacer?

Aquí unas reflexiones para empezar:

- El hecho de adquirir conciencia no significa andar bravo o deprimido.
- La revolución no es un estamento mediático ni un artilugio estético.
- La protesta, la papa explosiva y el megáfono pasaron a la historia. Con un saldo negro.
- Mirar alrededor. Arreglar primero la casa, después el resto.
- Saber que esto es Colombia, año 2007. No Londres, 1848. O Seattle, 1997.
- Tratar a otros de manera ética y democrática es ya bastante política.
- Combinar realidad y ficción es aconsejable a la hora de leer.
- Despersonalizar el asunto. Los demás son personas, no símbolos de izquierda o derecha.
- Entender de una vez por todas que la violencia no acaba la violencia. Solo agranda su esfera de aplicación.
- Conocer las causas, siempre las causas.
- Pensar colectivamente, por Dios, y no solo en sí mismo.
- Generar relaciones profundas. Evitar eso de conocer a todo el mundo y a nadie.
- Mucho cuidado al hablar de libre cambio o de posmodernismo.
- Coger a todos los que dicen ser "burguesía decadente, artística" y abofetearlos con fuerza. Después darles un abrazo.
- Escuchar atentamente. Debatir o rebatir cada palabra. Ojo, no se olvide el primer punto.

Y bien, yo sé que hay gente que escucha, que está escuchando.
A pesar de que estamos distraídos por cantidad de cosas. Algunas importantes como el trabajo, la familia, los amigos, la supervivencia diaria. Y otras decididamente estúpidas como la tele, el fútbol, la cerveza, los culos, las tetas, las bandas de punk, los videojuegos, el brillo del pelo, etc, etc. Hay que fijarse un poco y no consumir tanto esa mierdita ideológica vestida de rosa.

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