24.4.08

bolaño salvaje

En el auditorio León de Greiif de la Universidad Nacional, en el marco del festival literario denominado Bogotá 39, cometí la estupidez de decirle a Alvaro Enrigue que después de Los Detectives Salvajes y 2666 no había nada que escribir, que ya todo estaba dicho. El mexicano no hizo nada, lo que fue peor. Respiró hondo y me dijo que todo lo contrario, que Bolaño había barrido la casa para que pudiéramos jugar en ella, que él había clausurado la discusión tan latinoamericana del escritor como figura pública, héroe romántico y vidente supremo. Por si eso fuera poco, Iván Thays, el peruano que toma fotos, me dijo que es posible que con mi pregunta estuviera aludiendo a Bolaño como fenómeno comercial y no como escritor, es decir, me recomendó que lo leyera antes de hablar. Mejor dicho, me jodieron. Aprendí que hablar de literatura no es como sacar a pasear el perro.

Por lo anterior, no tengo ganas de hablar de Bolaño Salvaje aunque me alegra la noticia.

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