26.4.08

las teorías...

Hace unos días compramos en el centro una mesa bajita de madera oscura, pequeña y maciza, apenas para poner cojines en el piso y comer con toda tranquilidad. Para que se hagan una idea del objeto, la señora que nos la vendió insistía en estar vendiendo una silla y no una mesa. Por supuesto, toda réplica fue inútil . En fin, que la llevamos al apartamento, la instalamos en la salita -una sala muy zen, dijo la hermana de K.- y la hicimos depositaria de diversas funciones: comedor, escritorio, estante para velas y, lo más importante, apoyo para el portátil a la hora de ver películas. Le hemos cogido cariño pero no como se quiere un tapete o un candelabro, es distinto. Esa indefinición, ese constante huir a los sustantivos, es lo más fascinante en ella. La queremos como algo que sirve para lo que uno quiera que sirva y si uno quiere que no sirva para nada, la mesa es también perfectamente inservible. Seguro si la viera un diseñador de la nacho o de la tadeo se largaría a hablar de minimalismo y funcionalidad y todo eso. Ya se sabe, las teorías son incapaces de aceptar lo sencillo y lo sublime.

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