24.5.08

Marulanda muerto. Ni lágrimas ni sonrisas.

Puede que Marulanda esté bien muerto esta vez, puede que la noticia no sea solo parte de la campaña. En todo caso, la noticia me deja tranquilo. Que se haya muerto o no ese señor no me alegra ni me entristece. Es más, me emputaría que alguien pudiera alegrarse o enojarse con una noticia así. De los que están celebrando frente al televisor diciendo “qué bien que muera esa mugre” o la versión moderada “era un enemigo de la paz en Colombia”, para ya no hablar de los que de plano repiten la línea del Ministro de Defensa, temo, aunque no temo demasiado, una furiosa arenga uribista que puede propiciar un Tercer Reich. Y de los que lloran la muerte de Pedro Antonio Marín, previo descarte de conspiración mediática, no espero absolutamente nada, salvo comunicados marginales que sostengan que las Farc aun se mantienen.

Aclaro lo siguiente. No es indiferencia política ni mucho menos. Para mí, murió un tipo bien guerrero que, aunque no muy inteligente, supo convencer a un montón de campesinos furiosos, tan solo con un fajito de billetes y con un manual de combate vencido por el moho. Era muy vivo para moverse en la selva y dicen que tenía una puntería ni la verraca. Muy bueno también para sacar y traer cosas en aviones. Y para las manualidades: podía hacer una cárcel con un bulto de alambre de púas y media docena de estacas. Algunos decían que era tacaño. Yo creo que lo más jodido del hombre, aparte de su escaso sentido estético, era su terquedad. Siempre le dio por negociar con conservadores, o sea con la gente que le gustan las cosas como están. Eso nunca lo entendí de Marulanda. Así como tampoco entendí su teoría de un universo en forma de selva tropical.

Pero repito, no me alegra ni me enoja que muriera. Digamos para terminar, a tono con la academia, que murió un “actor armado” que tarde o temprano se iba a desactivar, y que ahora lo importante es mirar adelante (siempre adelante), y generar las condiciones para un acuerdo de paz verdadero y para una reconstrucción de una nación democrática, y un largo etcétera. Con lo cual, por supuesto, estoy de acuerdo, pese a la ironía de este post.

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