Como H., yo también me quedé parado esperando que doliera, esperando el latigazo en la espalda, las prensas calientes que abrieran la carne. Nada, no sentí nada. Como ella, no vi signos de amor, ni deseos de búsqueda o reclamo, ni impulsos psicóticos, solo un hilo frío que mojaba las vertebras. Y la calma, la calma.
4 comentarios:
viste que no duele
no, no duele
igual a veces parece que si
describilo
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